La sustentabilidad de México
Es posiblemente el mayor desafío que enfrenta nuestro país
hoy en día.
Ante un panorama de degradación ambiental poco alentador y
con situaciones tales como la escasez del agua, la pérdida de la biodiversidad,
de los bosques y las selvas, y la contaminación, entre muchos otros problemas,
se hace evidente la necesidad de lograr una ciudadanía que tenga las
competencias para enfrentar estos retos y encontrar soluciones.
Hoy en día es notable el avance del conocimiento científico
y el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación,
mismo que permite conocer la situación que prevalece en todo el planeta casi de
manera instantánea.
Hoy en día es
notable el avance del conocimiento científico y el desarrollo de las
tecnologías de la información y de la comunicación, mismo que permite conocer
la situación que prevalece en todo el planeta casi de manera instantánea. Sin
embargo, estos avances no han sido suficientemente utilizados para crear una
conciencia ambiental ni han logrado solucionar los problemas que amenazan la
sobrevivencia del ser humano. Es por esto que se ha hecho cada vez mayor el
llamado de los educadores ambientales para que estas herramientas se conviertan
en su principal aliado y se logre una sinergia de los distintos sectores para
impulsar la educación para la sustentabilidad dirigida a los niños, a los
jóvenes, a los maestros, a las madres y padres de familia, a los tomadores de
decisiones, a los agricultores, a los empresarios... a todas las mujeres y
hombres que vivimos en este país y que tenemos la responsabilidad y el
compromiso de legar un México sano y habitable, sustentable para las siguientes
generaciones.
Desde principios de
la década de los años 90, se pueden ubicar, por un lado, propuestas realizadas
en distintos foros nacionales y, por otro, esfuerzos colectivos, en la línea de
generar un marco estratégico en materia de educación ambiental, con el cual se
alcanzara una orientación nacional común aplicable a distintos contextos
regionales y estatales. Es decir, desde entonces se buscaba una plataforma en
la que se establecieran tres factores imprescindibles: a) los elementos
centrales para definir las políticas públicas en educación ambiental para la
sustentabilidad (EAS); b) el establecimiento de un pacto social federal de
apoyo a la EAS desde los tres órdenes de gobierno, y c) la garantía de
trascendencia de una administración pública a otra.
Este documento
responde a los señalamientos expresados durante el Encuentro Nacional de
Educación Ambiental para el Desarrollo Sustentable. “Diez años para cambiar el
mundo”, celebrado en mayo de 2005, en la ciudad de Aguascalientes, por más de
300 educadoras y educadores ambientales, en la línea de que, frente al proceso
de deterioro ambiental del país, debía elaborarse una estrategia que apuntara
prioridades y estableciera rumbos, con una visión nacional propia, para los
esfuerzos que deberán realizarse los próximos años en el marco del Decenio de
las Naciones Unidas para la Educación con miras al Desarrollo Sostenible
(2005-2014). INTRODUCCION Abelardo Castillo (AC) En dicho encuentro se enfatizó
que una estrategia de educación ambiental para la sustentabilidad en México era
también necesaria para: a) generar una dirección común y articulaciones
sociales, producto del consenso, desde el orden federal hasta el municipal; b)
brindar un referente nacional a los planes estatales que en este campo se
habían o estaban realizando; c) contar con un estado de la cuestión actualizado
en EAS; d) superar las acciones inmediatistas; e) acopiar fuerza social y
política para sustentar y cubrir a las acciones que se realizan; f) hacer
eficiente la capacidad de gestión financiera para los proyectos de EAS; g)
asumir compromisos en el marco de acuerdos y convenios, como por ejemplo, la
Agenda XXI; y, sobre todo, h) orientar el establecimiento de una política pública
que permita posicionar a la EAS como un elemento central del desarrollo
nacional. Por otro lado, la presente Estrategia debe ubicarse también en el
marco del programa para el establecimiento del Decenio de las Naciones Unidas
para la Educación con miras al Desarrollo Sostenible (2005-2014), encabezado
por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), a través
del Estrategia de Educación Ambiental 15 Omar Garza Centro de Educación y
Capacitación para el Desarrollo Sustentable (Cecadesu), y la Secretaría de
Educación Pública (SEP). Estas instancias del gobierno federal han impulsado el
Compromiso Nacional por la Década de la Educación para el Desarrollo
Sustentable, el cual ha sido suscrito por el Presidente de la República y por
múltiples representantes de diversos sectores de la vida política, económica,
social, educativa y cultural de México. Pero no hubiera sido suficiente la
intención de elaborar la referida Estrategia si paralelamente no se hubiera
contado con otros factores, entre ellos, los siguientes:
a) Una trayectoria
nacional acumulada en materia de educación ambiental que ha permitido retomar y
actualizar esfuerzos anteriores, que han buscado también como objetivo orientar
el desarrollo teórico, metodoló- gico y práctico de la EAS en el país.
b) Una maduración
del “estratega”, es decir, la comunidad de educadores ambientales de México,
quien ahora cuenta con mayores conocimientos y capacidades para contribuir al
tránsito de una EAS “adaptativa” (el contexto la domina y la define) a una EAS
“de incidencia” (donde la citada comunidad “implanta” al contexto algunas de
sus propuestas).
c) La existencia de
los citados planes estatales de educación ambiental, los cuales:
Han
otorgado referentes locales para el desarrollo en este campo.
Han generado
procesos y redes sociales en las distintas entidades con disposición a una
mayor articulación nacional.
Han establecido prioridades y temas
centrales a atender a partir de los diagnósticos socioambientales. Han orientado los esfuerzos hacia la
obtención de resultados concretos en la materia, y proporciona mayor
visibilidad pública a la educación ambiental (EA).
Educación ambiental
para la sustentabildad: consideraciones conceptuales y prácticas para su
futuro.
El desarrollo y la
crisis ambiental
Los patrones actuales de producción y consumo
son insostenibles y han tenido como consecuencia la profundización y ampliación
de la pobreza y la destrucción de los ecosistemas. Tales patrones están ligados
al concepto convencional y predominante de desarrollo. Y, como ha señalado
Wolfgang Sachs (1993), el desarrollo es, sobre todo, una manera de pensar;
Viola (2000) añade que es un poderoso filtro intelectual de nuestra percepción
del mundo contemporáneo. No puede fácilmente identificársele con una estrategia
o programa particular. Está asociado desde la posguerra al camino universal, la
superioridad de la economía, la factibilidad mecánica del cambio, la aparición
de nuevos actores (ligados a la globalización económica) y ciertas transformaciones
(como la tecnológica), mientras se marginan a otros sujetos sociales y se
degradan otras clases de cambio.
La sustentabilidad
como marco para la educación ambiental.
La sustentabilidad,
más allá de si se le usa como adjetivo del desarrollo o de las sociedades (lo
que por sí mismo genera debate), puede entenderse de muy divergentes maneras.
La compleja polisemia que el término posee ha generado una evidente confusión,
la cual se incrementa con el empleo, muchas veces indiscriminado, de otros dos adjetivos:
sostenible y sostenido. Con el riesgo de simplificar excesivamente el debate,
pueden ubicarse algunos enfoques predominantes: Estrategia de Educación
Ambiental 31 el que entiende la sustentabilidad como “crecimiento económico
sostenido”, es decir, no dejar de crecer, no dejar de generar desarrollo en el
sentido convencional, pero con ajustes, especialmente de carácter económico y
tecnoló- gico. Este enfoque tiene como principal problema que lleva implícita
una contradicción irresoluble: que el desarrollo crezca infinitamente en un
medio finito. En su posición más convencional la gestión de los recursos parte
del principio de salvaguardar reductos naturales. El nivel de vida es un
referente importante en esta tendencia.
Actuales tendencias
de cambio en la educación ambiental para la sustentabilidad
Hay consenso entre
los actores sociales involucrados en el campo de la educación ambiental para la
sustentabilidad de que ésta no posee aún un cuerpo teó- rico consolidado. Esta
debilidad puede explicarse por varios factores: a) la corta trayectoria de esta
tendencia educativa, que apenas tiene alrededor de 30 años; b) la muy reciente
identidad y despunte de la investigación en educación ambiental; c) la
predominancia de esfuerzos prácticos, no sólo extracurriculares, sino en muchos
casos anti-intelectuales; d) la preponderante presencia en el surgimiento y
desarrollo del campo de profesionales de las ciencias naturales que, a pesar de
sus muchos aportes brindados, no tenían como prioridad el fortalecimiento teórico-filósofico
y pedagógico de la educación ambiental; y e) la confluencia de varias
disciplinas para la construcción del campo, que genera una tendencia hacia
paradigmas complejos, cuyo establecimiento tampoco tiene la suficiente madurez,
dada su escasa tradición teórica y epistemológica.
El término:
educación ambiental para la sustentabilidad.
La educación, como fundamento de la
sustentabilidad, se reafirmó en la Cumbre de Johannesburgo mediante un
compromiso plasmado en el Capítulo 36 de la Agenda 21 de la Cumbre de Río,
realizada en 1992. Tal reafirmación se plasmó al reconocerse que para acceder a
un nuevo paradigma, la educación desempe- ña un papel importante para
reorientar nuestras pautas de acción y contribuir Archivo Globe a la
transformación progresiva de las formas de utilización de los recursos y de las
interrelaciones personales desde criterios de sustentabilidad ecológica y
equidad social. Consciente de la importancia del desarrollo sustentable para el
futuro de la humanidad, en diciembre de 2002, mediante la resolución 57/254, la
Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el Decenio de las Naciones
Unidas para la Educación con miras al Desarrollo Sostenible (2005-2014) y
designó a la UNESCO para promoverlo. El propósito de esta iniciativa es
impulsar la educación como base para una sociedad más equitativa e integrar el
enfoque de la sustentabilidad a los diferentes niveles que conforman los
sistemas educativos.
Dimensiones y
planos a profundizar en la educación ambiental para la sustentabilidad
1) Dimensión
política La educación ambiental para la sustentabilidad debe canalizar
esfuerzos en la construcción de sujetos críticos que asuman posturas claras y
en colectividad, y amplíen los espacios de gestión social y garanticen, desde
sus propias prácticas, las condiciones de diálogo, de respeto y de
participación como derechos que son indispensables para la sustentabilidad. En
esta misma línea, es preciso advertir que el concepto predominante de
democracia, que ha estado limitado por su estrecha vinculación con el ejercicio
individual de tomar una opción política (sobre todo expresado en las urnas), se
ha caracterizado por una intención y una capacidad marcadamente débiles para
generar opciones alternativas al modelo impuesto por la sociedad de mercado.
Así, para la educación ambiental ha existido desde décadas atrás una
preocupación por los acentuados procesos de individualización y extensión de
los valores de la productividad y el consumo que, aunque muy coincidentes con
la democracia formal, poco alientan la ampliación de los márgenes para una
participación ciudadana colectiva en la transformación de la realidad social y
ecológica.
2) Dimensión
ecológica Cualquier concepto de sustentabilidad que no gire alrededor del
principio que enfatiza la dependencia de las sociedades humanas hacia los
ecosistemas, no tiene sentido. Esto puede sonar a verdad de Perogrullo, pero
cabe recordar que existen posiciones, ya mencionadas, que entienden la
sustentabilidad como la estrategia para garantizar el crecimiento económico, lo
que lleva, bajo tales posturas, a rechazar mecanismos de control, que no sean
los del propio mercado, sobre el empleo y administración de los ecosistemas; es
decir, paradójicamente existen propuestas para una sustentabilidad no ecológica.
El cúmulo de datos que están documentando la carrera ecocida de las sociedades
humanas resulta hoy en día abrumador. Robert Goodland (1997), con base en un
amplio uso de cifras sobre la intensidad en el aprovechamiento de los recursos
naturales de la Tierra y los desechos generados por los procesos económicos,
confirma con claridad, como lo dice el título de su artículo “la tesis de que
el mundo está en sus límites”, lo que implica que el actual crecimiento de la
economía global ya no puede mantenerse.
3) Dimensión
epistemológica y científica. Redclift (1997), como muchos otros, se pregunta:
“¿está capacitada la ciencia ante la tarea que enfrentamos –equipar a las
sociedades humanas para manejar el medio ambiente de manera sustentable?” y
este mismo autor reconoce que la autoridad social de la ciencia y la tecnología
está siendo, en este sentido y en otros, enjuiciada, especialmente en los
países del Norte. Hoy se pone en duda que la labor cognoscitiva, y la práctica
que de ella se deriva, esté contribuyendo a acercarse al mundo o a las
realidades regionales, de la manera realmente esperada por la gran mayoría de
la humanidad. Como plantea Prigogine (1989) la ciencia pasó en 150 años de ser
“una fuente de inspiración a ser una amenaza de destrucción de conocimientos,
de las tradiciones, de las esperanzas más enraizadas en la memoria cultural: no
es tal o cual consecuencia tecnológica o resultado científico, sino el mismo
[espíritu científico] el que se ve acusado.”
4) Dimensión
pedagógica Se refiere a la planeación y diseño de situaciones de aprendizaje,
la relación comunicativa entre los actores del mismo (aspecto al que se le
dedicará un apartado completo por la relevancia que tiene y la escasa atención
que se le ha dado) y de sus instrumentos didácticos (como materiales y medios
de difusión) para facilitar la comprensión de la realidad y su transformación
en el plano personal y comunitario. La teoría de aprendizaje que subyace a este
diseño pedagógico parte de privilegiar al diálogo y de entender que el
conocimiento es una producción colectiva derivada de un proceso de aprendizaje.
5) Dimensión ética
Un proyecto de transformación ambiental, desde el punto de vista educativo,
además de replantear el proceso de generación o construcción de conocimiento,
debe analizar la orientación valoral y política que están detrás de tal
conocimiento. Aprender a aprender la complejidad ambiental debe pasar, en el
caso de la educación ambiental y de la producción de conocimiento, por la
integralidad de la persona y por el reconocimiento de diversas formas de
conocer, comprender y transformar la realidad (Idem)
6) Dimensión
económica Detrás del concepto de desarrollo, entendido de manera predominante,
de acuerdo con lo planteado en un apartado anterior, como un cambio evolutivo,
lineal y mecánico de las sociedades, existe un pensamiento económico que cree
en la posibilidad del crecimiento infinito de la producción y el consumo, y
cuya perspectiva determinista se ha resistido a la modificación de sus
principios. Las ciencias naturales y las sociales han sido sistemáticamente
interpeladas por la crisis ecológica, lo que las ha obligado, a pesar de las
resistencias, a ir consolidando en sus cuerpos analíticos una perspectiva más
integral que vincule la naturaleza y la cultura. Sin embargo, existe cierto
consenso en que la disciplina científica con menor disposición a este cambio es
la economía, aferrada a mantener como un principio central la búsqueda del
máximo beneficio monetario y a ignorar, o menospreciar, la función vital que
tiene el factor ambiental en el desarrollo, no sólo de la actividad económica,
sino de la existencia humana misma.
7) Dimensión
cultural La cultura es una estrategia adaptativa. Es una plataforma que tiene
múltiples instrumentos de adaptación y transformación del medio. Ello significa
que la especie humana no se adapta, o transforma el medio, exclusivamente a
través de la técnica, sino también por medio de instrumentos sociales y
simbólicos. La sociedad no es sólo una manifestación de fraternidad y
convivencia, o de odios y guerras, ni los símbolos una simple forma de
fantasear. Representan también formas adaptativas (Ángel, 1996). Materia
necesaria de atención de la educación ambiental para hacer visibles las
profundas relaciones entre la cultura y sus producciones con el territorio
donde habita y de sus posibles riesgos para la sobrevivencia provenientes de
las creaciones culturales desadaptativas.
El papel de la
educación ambiental en las instituciones de investigación ecológica y
ambiental: algunas ideas y propuestas Las instituciones también se
beneficiarían al incluir como miembros permanentes a personal calificado y con
experiencia en estas áreas. Es importante señalar que estos equipos deben ser
capaces de entender el lenguaje de la ciencia y sus métodos de trabajo para el
manejo de contenidos científicos, así como en el diseño de productos
innovadores de tipo educativo, informativo o tecnológico. Tomando en cuenta que
en la actualidad los educadores ambientales provienen de profesiones como
biología, ciencias ambientales, pedagogía, ciencias de la comunicación,
sociología y/o antropología, debe pensarse en la conformación de equipos de
trabajo interdisciplinarios. 1) En las reflexiones actuales sobre el papel de
la educación ambiental se reconoce que la educación por sí sola no es
suficiente para lograr los cambios y transformaciones sociales necesarios para
transitar hacia un desarrollo que considere el bienestar de todos los grupos
humanos al mismo tiempo que se mantengan los procesos ecológicos que sustentan
el funcionamiento de la biosfera (Reyes, 1997; Andelman, 2001). Paralelos a los
programas de educación ambiental, se recomienda impulsar proyectos en distintas
áreas de acción. Se enfatiza el establecimiento de proyectos productivos, de
programas de incentivos económicos, promoción de la salud, de atención a las
deficiencias en infraestructura en comunidades rurales y urbanas, entre otros
tantos ejemplos. Cómo se relacionan los proyectos educativos con este tipo de
acciones no es del todo claro todavía, aunque se pueden identificar
experiencias que a través de enfoques participativos de trabajo avanzan en este
sentido (Paré y Lazos, 2003).
Periodismo
ambiental mexicano y educación ambiental
Dentro de este
subtítulo se incluyen reflexiones que en torno a la práctica del periodismo
ambiental se han producido en nuestro país desde la década de los 70 hasta la
fecha, en dos sentidos: a) el periodismo ambiental, como forma de comunicación
para la contribución de una cultura ambiental en la sociedad; b) los avances y
retos que deben enfrentarse en esta materia de la mano de los procesos de educación
ambiental para la sustentabilidad. Por lo anterior, se presentan al final del
documento, en el rubro de los retos y propuestas, dos aspectos que, teniendo su
particularidad, deben trabajarse de manera entrelazada: el periodismo ambiental
y la EAS, los cuales deben surtir un efecto complementario entre la formación
de una opinión pública informada, la toma de decisiones de manera conciente y
la participación ciudadana a favor del medio ambiente y, por ende, de la
calidad de vida de los sujetos en colectividad.
Misión, Visión y
Objetivos Estratégicos de la educación ambiental.
Misión Desarrollar
políticas públicas en materia de educación ambiental para la sustentabilidad,
tanto en el plano nacional como local, que favorezcan la construcción de una
cultura ambiental, el incremento en la calidad de vida de la población, el
fortalecimiento de la ciudadanía y de las múltiples identidades culturales del
país, y la protección de los ecosistemas y su biodiversidad. Valores La misión
tiene sentido en el marco de una ética ambiental que considera un repertorio de
valores humanos, entre los que destacan los siguientes, sin menoscabo de otros
que aporten a la sustentabilidad: MISIÓN, VISIÓN Y OBJETIVOS ESTRATÉGICOS Omar
Garza Visión En México, en el año 2014, la educación ambiental para la
sustentabilidad es una política pública, construida con amplia participación
social, en los ámbitos de gobierno federal, estatal y municipal, que se
manifiesta de manera transversal en los quehaceres sociales y es un elemento
estratégico en el Plan Nacional de Desarrollo, en el Programa Nacional de
Educación y en el de Medio Ambiente, así como en los programas sectoriales
nacionales y estatales, en especial los de medio ambiente, educación y
desarrollo. Existe una estrategia nacional en operación con impactos sociales y
ambientales que favorecen un cambio cultural impulsado por una sociedad activa
que diseña y ejecuta programas y proyectos consolidados, fundamentados en una
institucionalidad fuerte, en una ciudadanía crítica y participativa, en la
incorporación de la educación ambiental para la sustentabilidad en todos los
niveles educativos, en una amplia y sólida oferta de formación de educadores y
de promotores, así como en la investigación y divulgación científica y la
revaloración de los saberes tradicionales. Objetivos Estratégicos Se consideran
los siguientes objetivos estratégicos, los cuales tienen su sentido en la
misión y procuran, por lo tanto, contribuir a su cumplimiento: Estrategia de
Educación Ambiental 209 Respeto a la vida en todas sus manifestaciones,
especies y ciclos naturales. Equidad y solidaridad (justicia social y
económica, corresponsabilidad, compromiso con los pobres). Respeto a la
diversidad humana (tolerancia a las diferencias, colaboración, observancia de los
derechos humanos). María Murrieta MISIÓN, VISIÓN Y OBJETIVOS ESTRATÉGICOS 1.
Consolidar la educación ambiental para la sustentabilidad como una política
pública fundamentada en una legislación, tanto específica, como transversal, a
otros campos relacionados; en una institucionalidad sólida, gubernamental y
civil; y en recursos financieros significativos para la realización de
programas y proyectos relevantes que tengan como fin la construcción de una
cultura ambiental en el país. 2. Conformar una amplia oferta de formación
ambiental que permita al país y a sus distintas regiones contar con docentes,
educadores y promotores ambientales y recursos humanos estratégicos y
operativos, profesionalizados, capaces de responder a las demandas que en
materia de EAS plantee la construcción de la sustentabilidad y de una
ciudadanía crítica, propositiva y activa en los ámbitos nacional, estatal,
municipal y local. 3. Contar con marcos jurídicos e instituciones nacionales,
regionales y locales responsables del desarrollo de la educación ambiental para
la sustentabilidad, y con mecanismos de concertación, coordinación y
cooperación interinstitucionales e intersectoriales capaces de operar las
políticas públicas definidas en este campo educativo. 4. Consolidar el campo de
conocimiento en materia de EAS a través de programas de sistematización y
evaluación de las prácticas, de impulso a las innovaciones educativas, de
formación de investigadores, de mecanismos de articulación, comunicación,
difusión e intercambio de experiencias entre los educadores y promotores
ambientales.
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